martes, 21 de febrero de 2012


Ser Dueño de ti mismo



El siglo XXI nos susurra al oído las características que se deben considerar atractivas en el hombre: inteligencia, éxito, fama, dinero, status, astucia, maña, hermosura, clase, etc. Si yo le pidiera a un niño que señalara de entre las dos fotografías de abajo qué hombre es más exitoso, seguramente, guiado por el S. XXI, respondería que el primero.




Pero como dijo el segundo no hay cosa más fuerte en el hombre que una voluntad férrea. Ésta es la verdadera característica que hace grande a un hombre. Ahí donde fallan la inteligencia, las cualidades y la belleza física, la voluntad se adueña del camino al éxito. ¿No es acaso más deseable la integridad, el equilibrio, la fuerza de voluntad, la tenacidad, el trabajo diario?

Un hombre, en el sentido pleno de la palabra, sabe rechazar los bienes (lícitos, sí) que se le presentan en pos de un bien mayor. Lo que se ve reflejado en la virtud de la templanza. Según la doctrina católica es la virtud que regula al hombre, la búsqueda del placer y el uso de los bienes creados. Es la virtud que hace al hombre dueño de sí mismo y no una veleta en el vendaval de los vicios y los excesos. Lo hace férreo, íntegro, pues lo aleja de ser un hombre guango, de gelatina, que tiembla ante la mínima tentación de placer.

Hoy en día ¡qué preciada y escasa es esta virtud!, en una sociedad regida por el hedonismo y el permisivismo, donde sólo importa lo que nos hace sentir bien y no lo que está bien, donde las apetencias materiales nulifican las experiencias culturales y espirituales haciendo al hombre frívolo.

La templanza y la voluntad son virtudes no solo buenas, si no indispensables, imprescindibles, urgentes y por desgracia poco comunes en la juventud actual.




"Hay que echarle sal al mundo"

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena reflexión, ojalá hoy en día todos tuviéramos esa convicción y esa de decisión para hacer la diferencia en un mundo donde el hombre se vuelve cada vez más en un ser violento y corrupto. Ojalá Dios nos permita multiplicar sus dones para combatir el mal a fuerza de hacer el bien, ¡Gloria a Dios!

Áurea O. León dijo...

Llámalo cosa de juventud actúal, pero creo que lo que te hace bien es lo correcto, sin duda.

Blog interesante. :)

Anónimo dijo...

...y que difícl es a veces.. pero NUNCA imposible :)

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