domingo, 8 de abril de 2012

Mi gotita de agua

Puedes ser generoso…

Con tus recursos económicos: (la forma más “fácil” es esta) apoya alguna campaña que mejore la sociedad: como apadrinar a un niño; que mejore el medio ambiente, la educación, la acción política en general (ser político no es malo, es un deber ciudadano).

Con tu tiempo: ofrécete como voluntario en las campañas antes mencionadas, afíliate a alguna asociación civil que promueva los valores. En ocasiones existen los medios pero no las manos dispuestas a trabajar, además, una persona preparada es más valiosa que una mina de oro.

Con tus ideas: busca que den fruto y si tú no eres capaz de realizarlas por cuestiones económicas o de otra índole, asegúrate de llevarlas a quienes sí son capaces de hacerlas realidad. Transmitirlas es el inicio.

Con tu trabajo diario: si es en la escuela o la universidad, prepárate dándolo todo, no guardes reservas, a final de cuentas es lo que dará los resultados en el futuro. Si es en un trabajo remunerado no lo hagas a medias sólo esperando recibir la paga, esfuérzate, sé eficiente, ten metas claras que ayuden a nuestra sociedad. En cualquier otra actividad que sea tu trabajo asegúrate de ser una persona trabajadora y honesta.

Con tus habilidades y cualidades: que va ligado al tiempo, puedes colaborar en aquello que seas bueno. Si tienes capacidad de organización, organiza. Si eres previsor, prevee. Si eres buen orador, convence. Hay muchas cualidades que puedes ponerse al servicio de la sociedad.


"Hay que echarle sal al mundo"

miércoles, 4 de abril de 2012

Darlo todo por nuestro país es cosa de todos.

Había un bosque en el que vivían muchos animalitos. Cierto día, el bosque comenzó a incendiarse y todos los animalitos empezaron a huir. De todos sus habitantes sólo hubo un gorrioncito que iba al río, mojaba sus alitas, volaba sobre el bosque incendiado y dejaba caer una gotita de agua, por todos sus medios tratando de apagar el incendio. Va al río moja a sus alitas, vuela sobre el bosque incendiado y deja caer una o dos gotitas de agua, tratando de salvar a su bosque. Huyendo también iba un elefante, quien le grita al gorrioncito: “¡No seas tonto!. ¡Huye como todos! ¡No ves que te vas a achicharrar?!” El gorrioncito se voltea y le dice: “¡No! Este bosque me ha dado todo, familia, felicidad, me ha dado todo y le tengo tanta lealtad que no importa que muera pero yo voy a tratar de salvar este bosque.” De nueva cuenta regresa al río, moja sus alitas y revolotea sobre el bosque incendiado y deja caer una o dos gotitas de agua, sin importarle encontrarse con su final, dándolo todo por recuperar a su querido bosque. Sorprendido y conmovido por esta actitud Dios se compadece de él y deja caer una gran tormenta, apagando así el incendio.



El pajarito de esta fábula fue sí valiente y sí muy leal, pero ante todo fue generoso. Dio lo que pudo dar en ese momento, que no era mucho, una o dos gotitas de agua, sin embargo, era todo lo que tenía. Cuántas veces no hemos pensado que por más que nos esforcemos, nuestras casi insignificantes acciones no hacen una diferencia ante una sociedad compuesta por tantos. Bueno, este cuento demuestra todo lo contrario. Dar lo mejor de nosotros: nuestro mejor esfuerzo, nuestro mejor trabajo, nuestra mejor colaboración, nuestras mejores ideas, por más pequeñas que sean sumadas a las de otros empiezan a transformar nuestro derredor y ante un país que nos ha dado todo lo que tenemos (material y espiritual: riquezas, bienes y cultura) no podemos quedarnos pasivamente viendo como se quema. Hay que colaborar con nuestra gotita de agua.


"Hay que echarle sal al mundo"

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